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Los Juegos del Hambre: Poder, propaganda y entretenimiento

Diego Medina

16 de abril de 2025

La saga distópica de Suzanne Collins, se plantea como una crítica moderna a la política, las relaciones de poder, los medios de comunicación y la violencia como entretenimiento.

El 14 de septiembre de 2008, el mundo fue testigo de la publicación del primer libro de una saga literaria, que se convertiría en todo un fenómeno de la cultura popular: Los Juegos del Hambre. Seguido por otros dos títulos: En Llamas y Sinsajo. Y más recientemente, su autora estadounidense, Suzanne Collins, ha expandido su universo con la publicación de dos precuelas: Balada de pájaros cantores y serpientes y Amanecer en la cosecha. 


Si bien, la trilogía principal causó todo un revuelo en la comunidad de lectores que quedaron fascinados con la historia protagonizada por la joven y emblemática, Katniss Everdeen; el fenómeno de “Los juegos del hambre” explotó con la adaptación cinematográfica del 2012, a cargo del estudio Lionsgate, y protagonizada por Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Donald Sutherland, entre otros. Ampliando el público, y llevando la historia del mundo ficticio de Panem a otro nivel. Como dato curioso, el nombre de Panem viene del latín “panem et circenses”, que significa “pan y circo”.


Posters de la trilogía principal adaptada al cine. (Fuente: Lionsgate)
Posters de la trilogía principal adaptada al cine. (Fuente: Lionsgate)

Creo fervientemente que “Los Juegos del Hambre” cuenta con todos los elementos para poder convertirse en todo un clásico de la literatura, a la altura de grandes historias como "1984” de George Orwell o “Farenheit 451” de Ray Bradbury. Su historia y los elementos de la misma, convergen en un punto más allá de una simple novela de romance juvenil, sino como una crítica al sistema político, la propaganda y el entretenimiento. No obstante, ¿de qué trata el mundo de estos libros? La historia se desarrolla en el país ficticio de Panem, dividido en 12 distritos sometidos bajo el poder del Capitolio, quienes, como castigo después de un intento de rebelión, deciden implementar “Los juegos del hambre”, una competencia televisada en la que cada distrito deberá enviar dos “tributos”, hombre y mujer de entre 12 a 18 años, para pelear en una arena en la que tendrán que competir a muerte para obtener un solo ganador. “Los juegos del hambre” funcionan como un mecanismo de represión, una herramienta que utiliza el Capitolio para infundir miedo, y con ello, ejercer un control sobre los distritos.


 Es interesante vislumbrar el paralelismo, la marcada línea que se dibuja entre las clases sociales: las carencias de los distritos, donde los juegos se han aprendido a ver como una forma de castigo para agachar la cabeza; y lo ostentoso, excéntrico y colorido de la gente del Capitolio, cegada por una nube que no ve más allá de la atrocidad como un simple entretenimiento. La violencia normalizada y disfrazada de un reality show televisado, donde debes escoger a tu competidor favorito. Una crítica a las élites y los gobiernos totalitaristas, donde la gente que está en el “poder” no ve más allá de sus propios intereses.



Portadas originales de los libros. La trilogía principal (arriba) y las precuelas (abajo) (Fuente: Editorial Molino)
Portadas originales de los libros. La trilogía principal (arriba) y las precuelas (abajo) (Fuente: Editorial Molino)

Si bien, la crítica y lucha política es un elemento central en la historia, con ello, va de la mano el uso de los medios de comunicación y la propaganda. Quién está en manos del poder, controla con ello las narrativas: qué se dice y qué no, y el Capitolio es un experto en construir sus propias historias. Tal como la cimentación de “los trágicos amantes del distrito 12”, fachada que solo funciona para entretener a los televidentes, un chisme matutino sobre sus estrellas favoritas.  Aquí retomo también la normalización de la violencia, la exposición a la que los capitalinos están expuestos, al grado de ignorar por completo la atrocidad de ver a gente morir en televisión. La deshumanización por completo de los tributos, simples objetos de entretenimiento, y con ello, la deshumanización de ellos mismos. No hay una sensibilidad ante la violencia que se transmite. 


La historia está cargada de simbolismos: la historia de Katniss y su transformación a la cara de una rebelión que nació sin que ella lo esperara, tomar el rol del “sinsajo” y cargar con el peso de lo que eso significaba. Dónde canciones prohibidas como “El árbol del ahorcado” se transforman en símbolos de esperanza y resistencia. 


Podría pasar páginas y páginas hablando de todo lo oculto detrás de esta gran saga: las críticas a la guerra y los traumas de la misma, la libertad, el amor, la lucha de las clases sociales, la pobreza y el hambre, las cuestiones de poder y lo que uno estaría dispuesto a hacer para conseguirlo. Las cuestiones de ética, de esperanza, la moral, la resistencia y la rebelión…. Los Juegos del Hambre es un mundo realmente fantástico, que además de su historia cautivadora y atrapante, invita a la reflexión, y a cuestionarnos sobre el mundo que nos rodea, el cómo funciona y las estructuras que lo mueven. 


No pierdas la oportunidad de adentrarte en esta magnífica historia, y recuerda,

¡felices Juegos del Hambre, y que la suerte esté siempre de tu lado!

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