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Pluto: Odio en carne y metal, sentir en humanos y robots

Oriana Cutipa Aragón

2 de abril de 2025

En un futuro donde los robots pueden pensar y sentir, Pluto confronta dilemas sobre la conciencia, el odio y la humanidad, explorando los límites entre robots y seres humanos.


Detective robot Gesicht


El manga de Naoki Urasawa y Takashi Nagasaki, adaptado por Netflix en 8 episodios, no es solo un homenaje a Astro Boy, sino que reinterpreta y construye un mundo donde los humanos lograron crear robots a su imagen y semejanza, alcanzado un nivel de realismo tal, que hace difícil distinguirlos de las personas. La convivencia era pacífica hasta que suceden una serie de asesinatos en que las víctimas son los robots más avanzados del mundo, sus creadores y activistas a favor de los derechos de los robots. El detective robot Gesicht debe averiguar la verdad, desentrañando oscuros secretos sobre la guerra, el odio y la capacidad de los robots para sentir emociones humanas.


¿Qué nos hace humanos?


Existen innumerables respuestas a esta pregunta, pero las cualidades singulares de los humanos son la capacidad de pensar, de ser conscientes de sí mismos y la autonomía. Además, cuando comparamos humanos con robots se debe añadir un aspecto fundamental: las emociones.

En Pluto, este es uno de los temas centrales, es la delgada línea entre humanos y robots, quienes en el mundo creado por Urasawa poseen un nivel de empatía y sensibilidad que supera al de muchos humanos.


Atom, un robot avanzado, levanta un caracol del suelo y lo coloca con cuidado en una hoja para evitar que lo pisen.


También presentan emociones negativas o impulsivas que van más allá de su programación. Tal y como se representa en el caso de Brau 1589, el primer robot que mató a un humano, a pesar de que estaba programado para no dañarlos y no tenía ningún defecto en su inteligencia artificial. Así mismo, North No. 2 presentaba rasgos de estrés postraumático a causa de su participación en la guerra, un robot que tenía pesadillas acerca de esas batallas y buscaba la paz a través de la música. 


North No. 2 tocando el piano


De igual forma, Hércules recordaba como uno de sus compañeros robots de guerra no dejaba de lavar sus manos sin que estas estuvieran sucias, simplemente susurraba “no se quita”. Y el detective Gesicht, quien llegó a sentir odio contraviniendo su programación, se negaba a cumplir órdenes y comprendió que “si partimos desde el odio, nada puede salir bien”.


Los derechos de los robots


En Pluto, los robots poseen derechos tras una lucha larga y constante, sin embargo, en el mundo real ¿deberían tener derechos?


Es una cuestión que es más cercana de lo que parece debido al acelerado avance tecnológico en el último siglo, pues actualmente las inteligencias artificiales son populares, de uso común y se desarrollan constantemente. En unas pocas décadas no es impensable que robots como Gesicht puedan estar entre nosotros, es más, ya existen robots humanoides avanzados como Ameca. 


Ameca, considerado como el robot humanoide más avanzado del mundo


Como previsión al futuro, en el mundo jurídico ya entró en la mesa de debate la necesidad de regular a los robots, considerando las leyes de Asimov (no dañar humanos, obedecer órdenes y proteger su propia existencia), y deliberar acerca de sus posibles derechos, obligaciones y responsabilidades. Uno de los requisitos indispensables debería ser pensar, tener autonomía, tomar decisiones fuera de su programación, y una inteligencia artificial que sea capaz de superar la prueba de Turing (evalúa si una máquina es capaz de ser indistinguible a un ser humano en una conversación). 


Por otra parte, una de las críticas más comunes es que, si no sienten nada y solo simulan, no merecen tener derechos. Ello también se observa en Pluto, donde en una escena el Dr. Tenma le sugiere a una robot que si está triste finja llorar hasta que lo sienta de verdad. En ese sentido, se vislumbra la creación de este científico: “el cerebro robótico perfecto”, es decir, aquel que puede fallar, como los humanos, en su programación y sentir odio. 


¿El odio alguna vez desaparecerá?


El odio es un sentimiento que generalmente tiene un trasfondo trágico y va acompañado de la venganza traducida en violencia, esta es la razón detrás de la serie de asesinatos ejecutados por Pluto y el propósito de Bora que descubre Gesicht al final de su travesía. A pesar de ser un robot que no debería “sentir” se da cuenta por sí mismo del repetitivo ciclo de violencia que tiene como únicas consecuencias más sufrimiento y víctimas, tal y como Urasawa lo retrata con los huérfanos de guerra que son cuidados por el robot pacifista Epsilon.


Fiesta sorpresa de Epsilon organizada por los niños


En la realidad la humanidad ha librado guerras sin cesar, atrapada en un ciclo de violencia, el mismo que imposible de parar por completo, debido a que algunos la perpetúan y otros solo pueden defenderse.


Con el avance desenfrenado de la inteligencia artificial, Pluto sigue siendo una obra crucial que nos obliga a cuestionarnos el futuro de la humanidad y nuestra responsabilidad sobre las máquinas que creamos. Si aún no lo has leído o visto, estás perdiéndote una de las más grandes reflexiones sobre el probable futuro que nos espera.

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